Carros de Foc (VI): Josep M. Blanc – Ernest Mallafré

10.9.2016

Cuesta empezar a caminar cuando sabes que una aventura se acerca a su fin, que cada paso que dés es un paso más en contra de tu voluntad de seguir caminando. Con estos pensamientos desperté bien temprano en JM Blanc.

Nos habíamos ido a dormir con la incógnita de si podríamos caminar. Había llovido casi toda la tarde y por la noche al acostarnos cayó una fuerte tormenta de rayos y truenos nada halagüeña. Habría sido frustrante no haber podido completar Carros de Foc, pero afortunadamente amaneció soleado y sin rastro de nubes. Aún así, tenía ciertas reservas respecto a la conveniencia de realizar la etapa, ya que debíamos pasar el Coll de Monestero, del que había leído que era otro pedregal a tener en cuenta. Como sin riesgo no hay gloria, mi corazón se impuso rápidamente a mi conciencia y me calcé las botas con la ilusión del primer día.

A estas alturas de la aventura sentía mis piernas mejor de lo esperado, pero sin embargo mi espalda se resentía mucho del peso de la mochila. En esta jornada sufrí especialmente los tormentos ocasionados por una dolorosa contractura dorsal, por la cual en cada movimiento de mi brazo derecho, con el que manejaba el bastón de senderismo, parecía clavárseme una daga a media espalda. Me quedé relegado a conciencia durante la subida del Monestero (2.716 metros), ya que me resultaba imposible mantener el ritmo por culpa del dolor.

El camino hasta Monestero, contractura aparte, fue precioso, siguiendo la tónica de la etapa anterior.

Camino del Monestero

Camino del Monestero

Camino del Monestero

Camino del Monestero

Camino del Monestero

La subida del Monestero por la vertiente sur no resultó nada complicada, pero la bajada por la norte podría haberlo sido de no haber mediado, curiosamente, la lluvia de la jornada anterior. Se trata de un empinado descenso marcado por piedras pequeñas y arena. En condiciones normales podría haber resultado peligroso, pero gracias a la lluvia del día anterior parecía poseer mayor agarre del esperado. El agua había apelmazado el terreno y la sensación era la de bajar una pendiente nevada, mis pies se hundía en el terreno sin riesgo de resbalar. Fue el descenso más divertido de Carros de Foc.

Coll de Monestero

Coll de Monestero

El resto del camino transcurrió al lado del Riu de Monestero, atravesando prados y bosques de características muy diferentes a las que nos habíamos acostumbrado. Fue un perfecto contrapunto final para nuestra travesía.

Riu de Monestero

Llegamos al fin a Ernest Mallafré, donde sellamos por última vez. Ya sólo faltaba caminar hasta el Llac de Sant Maurici, donde cogeríamos un 4×4 hasta Espot.

Llac de Sant Maurici

Nuestra aventura había llegado a su fin. De ella ya sólo nos queda la satisfacción de su recuerdo y el deseo de poderla repetir algún día.

Carros de Foc (V): Colomina – Josep M. Blanc

9.9.2016

La quinta etapa fue la gran sorpresa de Carros de Foc. Los tres primeros días de travesía habían sido tan emocionantes, con ese inolvidable clímax de coronar el Contraix, que pensábamos que los tres últimos palidecerían en comparación, máxime tras la tediosa jornada anterior, que nos había dejado un sabor muy amargo

Fue una excursión corta, de poco más de 4 horas, pero no tuvo ni un solo paisaje que no valiera la pena. En todo momento disfrutamos de unas magníficas vistas, tanto si alzábamos la mirada hacia donde nos dirigíamos como si echábamos un vistazo atrás. Los lagos más íntimos, bellos y recogidos los recorrimos este día.

El amanecer en Colomina y alrededores ya hacía presagiar algo bueno. Las nubes se desplegaban por debajo del nivel del refugio, dejando por encima suyo un imponente cielo azul. Una paradoja paisajística que mereció la pena contemplar mientras rodeábamos el Estany de Colomina y el Estany de Mar.

Colomina

Estany de Colomina

Estany de Mar y Estany de Colomina

La subida del Pas de l’Ós (2.542 metros) fue el primer gran desnivel que tuvimos que superar. Se trata de una ascensión breve pero intensa a través de un sendero escalonado. Al coronarlo, hicimos un último vistazo atrás a los lagos que rodean Colomina.

Estany de Mar y Estany de Colomina desde el Pas de l’Ós

Colomina desde el Pas de l’Ós

Sin tregua alguna, tras el Pas de l’Ós iniciamos la subida de la Collada de Capdella o de Saburó (2.668 metros), tras la cual entramos de nuevo en el sector de la Vall d’Espot. Desde la cima, contemplamos el Estany de Saburó.

Estany de Saburó desde la Collada de Saburó

Tras este collado, la práctica totalidad de la etapa restante fue de bajada o en llano, cruzando bellísimos prados, rodeando lagos aislados que invitaban al baño,… Quizás me equivoque, pero no recuerdo habernos cruzado con muchos senderistas en toda la jornada. Parecía que Aigüestortes nos pertenecía, la habíamos conquistado.

Rumbo a Jm Blanc

Carros de Foc

Estany Gelat o de Cap de Port

La llegada al Refugi JM Blanc reserva un momento mágico tras una curva, cuando de repente el paisaje se abre y aparece el refugio en su idílica ubicación a orillas del Estany Tort de Peguera. Desde que lo vimos a lo lejos hasta que llegamos a él fue un paseo militar, durante el cual también pudimos gozar de la vista del Estany Negre de Peguera.

Refugi JM Blanc y Estany Tort de Peguera

Refugi JM Blanc y Estany Tort de Peguera

Estany Negre de Peguera

El Refugi JM Blanc me pareció el mejor equipado de aquellos en los que pernoctamos, y junto al de Colomina, por un poco de todo, mi preferido. Nada más llegar a él la climatología se torció, así que no nos quedó más remedio que guardar reposo jugando a cartas. Sólo salimos una media hora a media tarde para estirar las piernas, planteándonos la incógnita de si con aquella climatología podríamos completar la travesía con la última etapa del día siguiente, en el que debíamos superar el peligroso Coll de Monestero.

Carros de Foc (IV): Estany Llong – Colomina

8.9.2016

Tras la etapa más épica e inolvidable llegó la más aburrida de toda la travesía. Repasando las fotos, a día de hoy me parece mentira que me quedara con esta sensación al realizarla, pero sigo pensando que en el conjunto de Carros de Foc el tramo que separa Estany Llong de Colomina es el que menos alicientes reúne.

Al tratarse de una ruta corta, no tuvimos ninguna prisa en salir de Estany Llong. Teníamos todo el día por delante para completar un recorrido de unas 4-6 horas, ideal para recuperar las fuerzas después de dos jornadas muy intensas.

Pronto nos dimos cuenta de que tampoco iba a ser un camino de rosas. No en vano, la etapa empieza con una fuerte ascensión hasta el Estany de Dellui, a orillas del cual hicimos un breve descanso para almorzar.

Carros de Foc

Estany de Dellui

Estany de Dellui

Estany de Dellui

Por si no habíamos quedado satisfechos de pedregales, la subida final a la Colladeta de Dellui (2.577 metros) nos permitió gozar de nuevo de esa indescriptible sensación de esguince inminente. Aunque suene a ironía, fue el mejor tramo de la etapa, con una magníficas panorámicas a ambos lados del collado. Habíamos llegado a la cuenca de la Vall Fosca.

Vista atrás desde la Colladeta de Dellui

Vista adelante desde la Colladeta de Dellui

Subida a la Colladeta de Dellui

La Colladeta de Dellui marcó el punto de inflexión de la jornada. Si bien la primera mitad había sido bonita y entretenida, el resto del camino hasta Colomina resultó plano, tedioso y sin emoción. Ni siquiera los lagos que íbamos encontrando, muchos de ellos prácticamente secos, nos llamaron la atención.

Comimos a orillas del Estany Tort, uno de los más grandes de Aigüestortes, aunque con algo de trampa, ya que dispone de una presa para aumentar su capacidad original.

Estany Tort

A pesar de los escasos desniveles y las comodidades de unos senderos bien acondicionados, la última parte de la travesía se hizo muy agotadora por culpa de un sofocante calor. Ansiábamos llegar a Colomina, teníamos la sensación de que ver su silueta en el horizonte era cuestión de segundos, pero tardamos mucho más de lo previsto hasta divisarlo.

Refugi Colomina

Llegamos poco después de la hora de comer y nos tomamos el resto de la tarde para ducharnos, relajarnos a orillas del Estany de la Colomina y jugar a cartas. De todos los refugios en los que estuvimos, el de Colomina fue uno de mis preferidos por ubicación, servicios, comida y comodidades.