7.10.2015
Nuestro segundo día en el sector de Interlaken estuvo marcado por el mal tiempo, aunque afortunadamente, y al contrario que la tarde anterior, no nos condicionó la ruta.
Recorrimos un buen tramo de carretera hasta Rosenlaui, nuestro primer destino, popular por una preciosa garganta glaciar que ya había visitado cinco años antes y por las impresionantes cumbres que rodean el lugar. El camino fue realmente bello, pero debido a la nubosidad nos perdimos las mejores vistas. No obstante, la espesa niebla tenía mucho encanto.
A continuación, volvimos atrás para visitar Ringgenberg, localidad situada a orillas del Brienzersee. A pesar de que no es un pueblo tan hermoso como para pasear por él, merece la pena la visita de su castillo, desde el que se pueden contemplar unas vistas preciosas del lago, con su característica agua turquesa, y del curioso collage de casas típicas suizas sobre la ladera del monte.
Antes de comer aún nos dio tiempo de acercarnos de nuevo al valle de Lauterbrunnen, donde habíamos dejado pendiente una visita: Trümmelbachfälle. Se trata de la mayor cascada subterránea de Europa y la única de origen glacial con acceso subterráneo. Vale mucho la pena y su coste es más que asequible en comparación con otras atracciones cercanas, apenas unos 11 euros. A través de un espectacular ascensor que penetra por el interior de la roca se llega al punto de inicio de un recorrido por senderos, plataformas y galerías que rodean los diferentes saltos de agua que configuran la cascada. Por si fuera poco, las vistas del valle desde esa altura permiten percibir mejor su característica forma en U.
Por la tarde, nos dirigimos hasta Thun, una auténtica joya que resultó ser una de las mayores sorpresas del viaje. Destaca su castillo, con 900 años de historia y al que se accede desde el casco antiguo a través de un largo pasadizo escalonado, y el Untere Schleusenbrücke, un puente de madera cubierto y forrado de flores rosas y moradas. Merece la pena también pasear por su casco antiguo medieval.