15.7.2012
Para la primera jornada entera en Aosta no nos andamos con rodeos y jugamos a caballo ganador. Todo el mundo conoce nuestra devoción por el Cervino, así que decidimos rendirle pleitesía acercándonos a la estación de esquí de Breuil–Cervinia.
Breuil–Cervinia debe su doble nombre a razones políticas. El original era Breuil, de origen francés, pero el fascismo italiano lo cambió por Cervinia. Ahora mismo se le conoce por uno u otro nombre, tanto monta monta tanto.
Sinceramente, no esperaba poder divisar el Cervino con tantísima claridad. Pensaba que, al contrario de lo que sucede desde Suiza, desde Italia apenas se llegaba a distinguir su silueta entre las montañas… pero en realidad sucede todo lo contrario, se puede ver tan de cerca que impone. Así pues, el perfecto mirador del Cervino está en Breuil–Cervinia, aunque para mi gusto su mejor perfil, el que permite identificar mejor su característica forma piramidal, se divisa desde Zermatt.
La excursión que elegimos fue una circular: Breuil/Cervinia – Plan Maison – Lago Goillet. Fue una caminata relativamente breve pero de gran desnivel, especialmente en el primer tramo de ascensión desde Breuil–Cervinia hasta Plan Maison, que sigue el recorrido de un teleférico y que destaca principalmente por la imponente silueta del Cervino, que mejora paso tras paso a medida que se toma altura.
Queríamos comer en el restaurante del teleférico, pero sus precios no eran nada razonables, así que tiramos de pica-pica para matar el hambre. En Plan Maison abandonamos la ascensión pura y dura y a través de un camino con suaves subidas y bajadas nos dirigimos hacia el Lago Goillet.
Como se puede ver, es un lago artificial, construido entre 1939 y 1948 para la obtención de energía hidroeléctrica y de nieve artificial. Nuestra ilusión era darle la vuelta para poder gozar del reflejo del Cervino sobre sus aguas, pero ese día estaban algo movidas y no lo pudimos ver. Sin embargo, la vuelta bien valió la pena, ya que la vista del lago con el Cervino de fondo es una de las mejores que disfrutamos a lo largo de todo el viaje.
Del Lago Goillet descendimos de nuevo a Breuil–Cervinia a través de una pista, dando por finalizada nuestra primera ruta del viaje.
A unos 2 kilómetros de Breuil–Cervinia, junto a la carretera principal, se encuentra el Lago Blu. El reflejo del Cervino y su increíble agua azul lo convierten en uno de esos lugares que le reconcilian a uno con la vida. Una parada obligatoria y apta para todos los públicos.
Por la tarde visitamos la ciudad de Aosta, capital de la región, pero la verdad es que nos pareció bastante decepcionante.
Nos fuimos a dormir soñando con retos imposibles: ascensiones al Cervino, rutas de Breuil–Cervinia a Zermatt cruzando la frontera italo-suiza entre gigantes nevados,… Quizás para la próxima visita a los Alpes, quién sabe!
Recorrido del día en Google Maps.